Los poemas de Francisco Garamona parecen las anotaciones de un diario íntimo sometidas a dos giros que enrarecen completamente el género al que tributan. Uno es pronominal: en vez de la desafiante y reconcentrada primera persona del singular, Garamona deja fluir su anecdotario sensible a través de un desconcertante nosotros, que baja la pompa narcisista de la última poesía argentina que convirtió al yo en objeto y sujeto de todas su preocupaciones. Aquí, al revés, lo que hay, en lugar de una experiencia individual es una compartida, "un viaje, un paseo, una percepción", en la que, además, la misma idea de experiencia es puesta en crisis a través de una fuga hacia la invención. Esta fuga promueve un segundo giro retórico: en vez de las referenciales comparaciones y metáforas, Garamona hace de la imagen su figura poética favorita. Con estas dos descompresiones, una retórica, la otra pronominal, y una enorme sensibilidad visual, Garamona convierte, virtuosamente, a la intimidad en una luminosa e imaginativa aventura compartida. Segundo premio Concurso Municipal de Poesía Felipe Aldana 2005. Jurado: Mirta Rosenberg, Sonia Scarabelli y Roberto Retamoso.